Ibiza Melián va a hablarnos un poco de ella y le agradezco ante todo su participación en este espacio destinado a los escritores.
¿Por qué soy escritora?
Primero que nada, me gustaría agradecer a esta página, La entrevista de tu vida, la oportunidad que me brinda de dar a conocer un poquito más mi creación. Asimismo, felicitarla por la originalidad de su formato. Además de mostrar mi máximo reconocimiento a su gran labor de divulgación cultural respecto al mundo de los escritores y sus libros.
Creo que ser escritor o escritora no es una profesión, sino una pasión que brota del alma de cada individuo y a veces, con muchísima suerte, te deja pagar las facturas. Decía Aristóteles que las personas somos seres sociales por naturaleza. Necesitamos de la interacción con los demás para sentirnos vivos y un elemento fundamental para esa convivencia es la comunicación. Por su parte Platón aseguraba que en la cúspide de la creación se situaban las ideas. Ideas que cambian nuestro entorno. Empero, Platón aclaraba que la fuente primigenia era sin duda la Idea del Bien, alcanzada exclusivamente a través del Amor.
Precisamente esa premisa fue la que me empujó a pasar día tras día sentada frente a un ordenador, dando forma a los pensamientos que se agolpaban en mi mente. Empeñada en entender y mejorar la realidad por la que me ha tocado transitar. Empeñada en aportar mi muy humilde granito de arena al progreso colectivo. Empeñada en cuestionarlo todo, como firme defensora del librepensamiento. Porque solo el pensamiento crítico conduce al desarrollo de una sociedad. En definitiva, empeñada en acrecentar el bienestar común, a causa del profundo amor que me inspira España.
Y es que todos mis libros surgen de ese enorme amor por mi país y la necesidad de comprender los problemas que nos aquejan, con el firme propósito de intentar solventarlos. Problemas que durante siglos han corroído los cimientos de nuestro Estado. Tema que he abordado en Historias de un pueblo (2011) desde una perspectiva histórica. También con un punto de vista político y religioso, tanto en La Hermandad de Doña Blanca (2016) como en Crisis de fe y otros relatos (2017). O bien por medio de una óptica institucional en el caso de La corrupción en España y sus causas (2015).
De igual modo, la libertad es una cuestión recurrente en mi obra. Corriente filosófica que he desgranado en La relación de Sorolla con los liberales de su época (2010) o en Una incipiente aproximación al liberalismo (2010). Otra materia de suma actualidad en la que me he adentrado es la industria turística, en Mi personal visión sobre la industria turística (2010). Y, por último, he tocado las estrategias comunicativas empleadas en la política, las cuales los ciudadanos deben conocer si no quieren ser presa de manipulación alguna. Desde ese argumento nació La comunicación política del siglo XXI (2011).
Actualmente me encuentro elaborando un ensayo acerca de las consecuencias que tiene nuestra herencia cultural en la corrupción patria, cuyo título es La corrupción inarmónica. A finales de septiembre daré una ponencia sobre este trabajo en el XIII Congreso de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración (AECPA). Evento que se celebrará en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Santiago de Compostela.
Decía el poeta Gabriel Celaya:
«España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo».
Y es que la única vía que tiene España para combatir es dentro del marco democrático, desde la tolerancia y el respeto. Lucha envuelta en mi caso en la bandera de la palabra. Porque en el Antiguo Egipto se creía que la creación se produjo debido a la intervención de la palabra, de la que era responsable Thot. Mientras que el cristianismo identifica a Dios con la palabra (Juan 1,1). Pues la palabra es capaz de generar universos y realidades que modifican la sociedad continuamente. Escritores de la talla de Benito Pérez Galdós, Unamuno, Ortega y Gasset y tantos otros sentían profundamente el mal que aflige a España. Literatos que con sus vocablos soñaban transformar esta nación y ese mismo sueño persigo yo. Por eso soy escritora, porque, citando a Blas de Otero:
«Siento a España sufrir
sufrimiento de siglos».
Pero solamente el lector conoce la palabra secreta que propicia el milagro. En el islam se asegura que: «Dios tiene 99 nombres, o sea, cien menos uno; aquel que los conozca entrará en el paraíso». Igualmente, Isis, «la gran maga», se hizo con los poderes de Ra luego de conocer su nombre secreto. De ahí que los magos del Estado del País del Nilo, mediante la invocación de ciertas palabras, buscaran materializar sus pensamientos. Y en todas las corrientes «discretas» la palabra perdida permite al iniciado pasar de la oscuridad a la luz. Por tanto, exclusivamente recae en el lector el poder indicar si mis modestas letras penetran en su corazón y consiguen su utópico objetivo salvífico. Quimera que han perseguido a lo largo de la historia muchas de las grandes plumas españolas y que esta ilusa aprendiz de escritora anhela emular. Eterna buscadora de la mágica palabra que desencadene la ansiada mutación nacional.